La intervención humana ha sido responsable de contaminar y vaciar los recursos hidrológicos a una tasa criminal.
Me encanta ver las listas de los logros más grandes de nuestra cultura, siempre me impresionan. Por ejemplo, leer acerca del estupendo esfuerzo requerido para construir las pirámides de Giza: por lo menos 10,000 personas trabajaron durante 30 años para erigir las tumbas gigantes de sus líderes.
Me cuesta trabajo creer que alguien pueda contener su emoción cuando lee, por dar otro ejemplo, que la Presa Hoover es “uno de los logros más grandes del hombre” porque trajo “orden a las arrasadoras aguas del río Colorado, creadoras del Gran Cañón y que son el sustento del sudeste americano”. Y, ¿quién podría estar en desacuerdo con sentimientos como “cada vez que veo un edificio elevarse en el cielo, la vista de las tuberías, de su plomería—las arterias finales de un maravilloso sistema de vida—evoca un sentimiento especial de asombro y orgullo”?
Pero hay algo que me molesta de estas listas: No muestran los logros más increíbles e importantes, los cuales reflejan el verdadero poder de esta cultura, que llega al meollo de lo que se trata esta cultura, los que hacen que las tuberías parezcan algo trivial.
Así que, empecé a hacer mis propias listas. Aquí hay una lista de algunos de los grandes logros de esta cultura relacionados con el tema del agua.
El mar de Aral, cuyo nombre significa “mar de islas”, porque solía haber más de 1,100 de ellas, alguna vez fue el cuarto lago más grande del mundo, cubriendo más de 26,000 millas cuadradas (67,340 kilómetros cuadrados). Pero unas almas valientes—una cultura entera—fueron capaces de ver más allá de la belleza, comida y suministro de agua para los locales y divisar su valor subyacente real. Reconocieron que este lago era, en sus propias palabras, un “error de la naturaleza” y un “evaporador sin uso.” Tuvieron la visión audaz de construir represas y cavar 200,000 millas (321,870 kilómetros) de canales para dividir el agua de los ríos que solían fluir hacia el mar de Aral con un nuevo destino en el desierto para el cultivo de arroz, melones y algodón. El plan ha sido un éxito rotundo, para 1988 Uzbekistán se había convertido en el exportador de algodón más grande del planeta.
Todo el mundo sabe que el agua que llega al mar es un desperdicio. Este dicho es repetido por granjeros a través del planeta. Igual lo recalcan los políticos y tecnócratas. Lo repitió este año un candidato a la presidencia de los Estados Unidos en un discurso de campaña. El agua se puede y debe usar para alimentar la economía.
Así que, el décimo mayor logro de esta cultura ha sido asegurarse que casi nada del agua que habría de llegar al mar de Aral sea “desperdiciada”. En los últimos 50 años, el mar de Aral se ha reducido en un 10% de su tamaño original.
La mayor parte del litoral ahora constituye el desierto de Aralkum. La tierra ahora es tóxica debido a los deshechos agrícolas de escorrentía. Pero claro, eso no será un problema a largo plazo ya que la tierra es llevada por el viento, transportando pesticidas a lugares remotos como la Antártica, para exponer a los pingüinos entre otros animales. Problema resuelto.
Este logro—esencialmente despojar de agua al cuarto lago más grande del mundo—tan imponente como suena, no es el único. También hemos reducido el lago Chad en África en un 90% y logrado desecar lagos al redor del mundo, desde el lago Tulare —que en su momento fue el lago más grande de Estados Unidos ubicado al oeste del río Mississippi— al lago Poopó en Bolivia, hasta el lago que solía ser el más grande de Italia, el lago Fucine.
Muchos tratados realizados entre el gobierno de EU y las naciones indoamericanas estipulaban que estos permanecerían en efecto mientras el viento sople y los ríos fluyan—en otras palabras, en perpetuidad.
El noveno mayor logro es la desecación de grandes ríos. No se puede seguir creyendo que los ríos fluirán para siempre. Por ejemplo, el río Colorado solía correr cerca de 1,500 millas (2415 kilómetros) de las montañas al océano. Esa agua no se gasta más, sencillamente actúa como “el sustento del sudeste americano”, por lo que se usa para la agricultura e industria. El río Colorado ya no llega al mar.
Similarmente el río Indo, que en algún momento fue el vigesimoprimer río más grande del mundo—con un flujo de 50 millas cúbicas por año— ha sido reducido a un “leve escurrimiento hasta llegar a su final”, una vez más no ha sido desperdiciado, pero ha sido empleado para la agricultura y la industria. El río Grande ha reducido su flujo cerca de un 80%, así que todavía hay lugar para mejorías.
El logro triunfal probablemente sea el Río Amarillo de China. Es el sexto río más largo del mundo con cerca de 3,400 millas (5,470 kilómetros). Actualmente es un poco más pequeño, debido a que su agua es usada en lugar de ser desperdiciada. Se sabe que sus aguas no llegan al océano en 230 días del año.
El veinticinco por ciento de los ríos ha dejado de llegar al océano. Nos quedan sólo tres de cada cuatro ríos hasta que ya no se desperdicie el agua de ninguno.
Es un logro poderoso desecar lagos y ríos, pero requiere aún más poder desecar mantos acuíferos—capas subterráneas de roca de sedimento que contienen agua. Los mantos acuíferos pueden ser inmensos. El acuífero de Ogallala en los Estados Unidos subyace en una extensión de 174,000 millas cuadradas (450,650 kilómetros) y logró contener un volumen de 1,000 millas cúbicas (4,170 kilómetros cúbicos) de agua. La pregunta es: ¿cómo drenar algo tan vasto y subterráneo como lo es esto? No puedes jalar un tapón gigante, y ya que se recarga extensivamente por la lluvia, no es posible construir represas como en los ríos pasajeros.
La solución es tanto sencilla como elegante. Uno extrae el agua con bombas. Uno se asegura de que no se desperdicie el agua que permanece de manera subterránea, y en su lugar, que se utilice para el cultivo de algodón y otras siembras. En otras palabras, la transformas en dinero. Por supuesto que no se puede detener la lluvia, pero mientras uno use bombas para extraer el agua más rápido de lo que se pueda resurtir (y bombean cerca de 6 millas cúbicas de agua por año solamente de ese acuífero), y mientras uno sea constante en esa tarea, uno puede lograr su objetivo.
Todavía hay mucho trabajo por hacer para drenar el acuífero de Ogallala, pero hasta ahora, hemos logrado extraer lo suficiente para que en algunos lugares los pozos tengan que descender 300 pies (90 metros) por debajo de los niveles necesarios a principios de su extracción.
Y como con el mar de Aral, estamos logrando nuestros objetivos alrededor del mundo: 21 de los 37 acuíferos más grandes están en declive, con 13 de estos al borde del colapso.
El tecnócrata billonario Elon Musk y otros más, han escrito que una manera de buscar inteligencia extraterrestre es buscar planetas que muestren signos de contaminación, ya que los procesos industriales son inherentemente contaminantes y la inteligencia—desde su perspectiva— inevitablemente conduce al desarrollo de procesos industriales. Por lo tanto, un signo de inteligencia es la contaminación en el planeta propio.
Bajo este espíritu, nuestro séptimo “gran logro” basado en el agua es la intoxicación de aguas subterráneas a nivel mundial.
Este “logro” puso a prueba nuestras capacidades, en parte debido a que el agua se encuentra de forma subterránea, razón por la que de alguna manera es más difícil entregar el veneno, también porque estos mantos freáticos son sumamente extensos.
Pero cualquier cultura que haya empleado a 10,000 personas trabajando durante 30 años para erigir tumbas gigantes, ha demostrado tener una cierta obstinación de propósitos, una obstinación que continúa hasta este día.
Todos hemos visto vídeos de personas que, debido a la contaminación de su agua de pozo por efectos del fracking, pueden abrir su grifo y prenderle fuego al agua. Pero el fracking no es la única manera de contaminar el agua subterránea—aunque la idea de inyectar químicos tóxicos muy profundo en la tierra, bajo presiones lo suficientemente altas para quebrantar formaciones de roca estable e infusionar esas rocas con químicos, es ingenioso. Guardar químicos tóxicos directamente sobre mantos acuíferos también funciona, ya que los químicos se hunden en el suelo. Aplicar insecticidas y herbicidas funciona igual de bien.
Y es un éxito. Extraterrestres buscándonos por signos de “vida inteligente” seguramente reconocerán esto como un símbolo de nuestra inteligencia.
Los alienígenas también reconocerían nuestra suprema inteligencia en nuestro tratamiento de las aguas superficiales. Más o menos cada cuerpo de agua en el mundo—desde las profundidades de los océanos más grandes a los más pequeños riachuelos— está contaminado con toxinas de origen humano. Esto es igual a 330,000 millas cúbicas (1,250,500 kilómetros cuadrados) de agua que ahora están contaminadas.
Incluso si sólo consideráramos la contaminación del agua dulce en el planeta sería un logro extraordinario, especialmente cuando consideras que, hasta tiempos recientes, todos lo humanos en la Tierra bebíamos de ríos y lagos.
En China, algunos de los ríos han sido tan exitosamente contaminados que son tóxicos al contacto. Hemos sido capaces de poner toxinas en el “agua biológica” de cada ser, esto es, el agua contenida dentro de todo ser vivo. Es un logro absolutamente impresionante.
El gobierno de la India está planeando asegurarse que nada del agua que corre a través de India sea desperdiciada por el mundo natural. El plan es la construcción de 3,000 represas nuevas y cavar 9,000 millas (14,500 kilómetros) de canales nuevos con el propósito de “rediseñar el flujo natural” de 37 ríos principales para que el gobierno pueda “relocalizar” más de 40 millas cúbicas (167 kilómetros cúbicos) de agua al año.
Lo que es un hecho para el agua es un hecho para cada cosa y para cada persona en el planeta: si no es convertido en dinero—es decir, convertido en energía que alimente a la economía— es un desperdicio.
El ambientalista Farley Mowat escribió en Mar de Masacres: “Es probablemente imposible que cualquier persona ahora en vida comprenda la magnitud de la biodiversidad acuática de las aguas del Nuevo Mundo cuando la invasión europea empezó”. Un explorador declaró que en las aguas de los Grand Banks había “tanta acumulación de peces que podían ser tomados no sólo con una red sino con canastos puestos sobre las rocas”. Otro explorador notó que había tantos peces grandes (como es el caso del bacalao) “que había momentos que detenían el paso” de los barcos. Y otro dijo: “el bacalao es tan denso en la costa que difícilmente hemos sido capaces de remar con botes a través de ellos”.
Esos son muchos peces desperdiciados. Incluso peor, se podría hacer comentarios similares sobre tantos tipos de peces que eran igual de comunes. Sábalo. Eglefino. Fletán. Salmón. Lenguado. Anguila. Muchos peces que se habían estado desperdiciando.
Los cielos también estaban llenos de aves que se alimentaban de estos peces y los mares estaban llenos de ballenas y focas que se los comían. Tantos peces, tantos pájaros, tantas ballenas, tantas focas, todos desperdiciándose.
Así que el logro número cuatro es la captura de todo este combustible para la economía. Los grandes bancos de bacalao se han acabado, igual que las grandes parvadas de aves marinas, las grandes manadas de ballenas y focas. Agotadas, agotadas, agotadas. Ya no se desperdician más. ¡Están agotadas!
La invención del plástico es un logro extraordinario por sí mismo: La creación de algo que para todos los efectos prácticos no se desintegra. Desarrollados a finales del siglo XIX y principios del siglo XX, entraron en la producción masiva en los años 30. Su galopante producción se ha incrementado desde entonces, con la economía industrial produciendo cerca de 300 millones de toneladas al año.
La mayor parte de este plástico termina en el océano – lo suficiente para que si todo se acumulara en las costas, cada año podrías llenar cinco bolsas de supermercado con plásticos, esto sería por cada 30 cm de costa en el mundo. Hay suficiente plástico en el océano para causar manchas flotantes del tamaño de los grandes estados. Suficiente plástico en el océano para sobrepasar el fitoplancton—la base para la vida en los océanos y la base de toda la vida en la Tierra, ya que producen el oxígeno que uno de cada dos animales respira en este planeta— a razón de diez a uno. Plástico suficiente para causar que uno de cada tres polluelos de aves marinas en algunas colonias de crianza en el Pacífico mueran de hambre, con sus vientres inflados con plástico.
Plástico suficiente para ahogar la vida en los océanos, y que no se desintegra. Que logro tan increíble.
Si de alguna manera en 1870 se hubieran pesado todos los peces en los océanos y luego se hiciera lo mismo hoy en día, el peso total de todos los peces sería una décima parte de lo que pesaba antes. Y por supuesto, en 1870 ya estábamos bien encaminados en asegurarnos de que ningún pez fuera un desperdicio, así que se puede asegurar que se logró una reducción del 90% del desperdicio precedido por las reducciones previas cuando esta cultura se expandía alrededor del mundo.
Pero, sin estar satisfechos con estas reducciones, continuamos matando peces para convertirlos en dinero, también lo hicimos para simplemente tirarlos de vuelta al océano sin ninguna razón en particular. A esto se le llama captura accesoria. La captura accesoria sucede cuando recoges tu red y encuentras peces muertos (o pájaros o ballenas o focas o tortugas o cualquier otro ser) de especies diferentes por las que recibirás una paga. Aproximadamente 40% de todos los peces capturados comercialmente son asesinados y tirados por la borda. En algunas industrias la captura accesoria regresa una tasa de captura de 20 a 1 (20 pescados de captura accesoria por cada pescado consumido).
La consecuencia es que los científicos apáticos están diciendo que, dentro de 35 años, los océanos podrían estar desprovistos de peces. Habrá tomado un esfuerzo largo e intenso, pero habrá valido la pena asegurarse de que ningún pez vuelva a ser desperdiciado de nuevo, y ese pez—quien habría vivido durante más de 450 millones de años y quien habría sobrevivido múltiples extinciones masivas—entienda que su habilidad para sobrevivir no se compara con nuestra habilidad para destruir.
Esto nos lleva a nuestro mejor logro con el agua—desafortunadamente un trabajo que continúa en proceso—que es el asesinato de los océanos en este planeta cubierto de agua a través de la intoxicación, llenándolos con plásticos, desertificándolos con la sobrepesca, ensordeciéndolos a través de la saturación de los océanos con ruidos artificiales arriba de los 260 decibeles (la fila frontal de un concierto de rock es de 130 decibeles; agonía y daños inevitables a los humanos ocurre a 140 decibeles; los seres humanos mueren ante una exposición a 160 decibeles; 260 decibeles es 10,000 veces más intenso que una explosión nuclear a 450 metros), disolviéndolos a través de la acidificación de los océanos, dragando sus fondos, aumentando el nivel del mar (matando biomas en la superficialidad y en la costa), y más y más y más.
Pretendamos que viajamos 10,000 años atrás y le preguntáramos a las personas que viéramos qué sería más difícil y más arduo de lograr entre: por un lado erigir grandes tumbas (o para el caso poner a una persona en la Luna) y, por el otro lado desecar lagos, ríos y mantos acuíferos, intoxicar el agua a través del mundo, al mismo tiempo arrasando toda la vida de unos océanos que tuvieron una fecundidad que alguna vez fue inimaginable (también ríos, lagos y humedales) e incluso asesinar efectivamente a los océanos.
Las personas de hace 10,000 años se habrían reído de nosotros y habrían dicho: “Que pregunta tan ridícula. Por supuesto que sería más difícil asesinar los océanos. Nadie podría causar tanta destrucción. Nadie podría transformar todo el mundo en la tumba más grande de todas. ¿Y por qué alguien sería tan estúpido como para querer hacerlo”
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